domingo, 23 de diciembre de 2012

Entrenar el cerebro para alcanzar bienestar

Como la realidad no se puede cambiar, es vital cambiar el modo de percibirla en lugar de abandonarse a viejas reacciones. Nunca más adecuada la frase “todo depende del cristal con que se mire”. Hay que colocarse anteojos de colores y ensayar respuestas creativas, aunque esto implique un esfuerzo. Cuando estamos angustiados, nuestro cerebro inmediatamente dispara una señal de alarma y todo nuestro organismo se organiza en función de esa respuesta. Cuando reina el miedo y nos sentimos amenazados, predomina en nosotros una parte muy primitiva pero necesaria, para la supervivencia de la especie, llamada cerebro reptiliano. Al tomar el mando de nuestro cuerpo, distribuye la sangre en los músculos periféricos y nos prepara para el combate como los antiguos reptiles. Esta respuesta de lucha o huida frente a los obstáculos reduce nuestra eficacia para la resolución de conflictos. El miedo y la consecuente prevalencia del cerebro reptiliano -es decir, vivir a la defensiva- nos hace concentrarnos en cómo luchar para sobrevivir, convirtiéndonos en seres más primitivos e instintivos, alejándonos de nuestro potencial creativo. Cortar circuitos recurrentes, animarse a buscar nuevas respuestas y no olvidar que mover el cuerpo no sólo nos mantiene en forma, también nos ayuda a controlar la ansiedad y lograr que el cerebro abandone la lectura del peligro. Para eso podemos caminar, distender los músculos y respirar, oxigenar nuestro cuerpo y proponernos alcanzar la felicidad, estar con los pies sobre la tierra para poder ampliar nuestra perspectiva y animarse a más. En otras palabras, así como es posible mejorar la elasticidad muscular mediante una rutina de ejercicios, también es factible entrenar el cerebro para recuperar el equilibrio, la confianza, el entusiasmo e, incluso, ciertas habilidades físicas perdidas a lo largo de los años. Esto es posible mediante una novedosa técnica, creada en 1969 por Paul Dennison -pionero en la investigación cerebral y en la kinesiología educativa- llamada “gimnasia cerebral” o “brain gym”. Se trata de un método práctico que favorece el óptimo funcionamiento de los hemisferios cerebrales, mejorando la conexión entre el cerebro y el cuerpo a través del movimiento. La gimnasia cerebral permite equilibrar las tensiones que se acumulan a lo largo de la vida en el área de la creatividad y el logro de metas. Se trata de un conjunto de 26 ejercicios que pueden practicarse en cualquier lugar y momento para mejorar la concentración, la lectura, la lateralidad y la habilidad de estar centrado en el aquí y ahora. La clave de esta gimnasia es la integración de los hemisferios cerebrales, ya que generalmente los bloqueos de aprendizaje se deben a que la persona está trabajando con un solo hemisferio y por eso no puede procesar la información, el cerebro actúa unilateralmente y recibe datos pero no los integra, lo que sugiere un mal manejo de la lateralidad. Para ello es necesario hacer una serie de ejercicios que permiten lograr el equilibrio. Al caminar nos equilibramos alternando el pie izquierdo con el derecho, lo que supone una conexión de movimientos opuestos, izquierdo y derecho, atrás y adelante, superior e inferior, fomentando un estado integrado en el cerebro. Todos los días deberíamos hacer esa mínima rutina que no requiere más de cinco minutos para alcanzar nuestro propio equilibrio y poder comenzar cada día de la mejor manera.

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