l síndrome metabólico se considera un conjunto de signos y síntomas que abarcan hipercolesterolemia, diabetes, hipertensión y obesidad y que ya es considerado una pandemia en todo el mundo occidental. Tiene múltiples orígenes, si bien en una pequeña proporción es genético, esta genética está expresada por los hábitos alimentarios de occidente asociados al sedentarismo propio de las ciudades.
La forma de vida “civilizada” nos lleva a alejarnos tanto de la naturaleza que nos volvemos adictos a formas de alimentación totalmente artificiales (harinas refinadas, golosinas, frituras, fast food). La adicción a alimentos industrializados con gran falta de frutas y verduras y granos en estado natural es exacerbada y sostenida por un síndrome de ansiedad que se extiende asociado al consumismo. “Más quiero poseer, más compulsivo y ansioso me pongo”.
La tiranía de la ambición asociada muchas veces a las ansiedades personales llevó a una asociación entre estrés y síndrome metabólico, que son un círculo vicioso y eterno.
Solamente tratando el estrés, la visión del estilo de vida que tiene cada persona, los tiempos que se concede a una actividad física placentera y a un hobbie, se puede pensar en revertir el síndrome metabólico por estar tan asociado a los hábitos de vida y al equilibrio mental de la persona.
Comer sin pensar, vivir sin pensar, ser consumista compulsivo son las principales razones que conducen a la sociedad civilizada a una pandemia de síndrome metabólico cuyas consecuencias son las enfermedades cardio y cerebro vasculares.
Muchas personas repiten eternamente la frase “a mí me gusta comer”, y la repregunta sería “¿a quién no?”. Si no hubiera placer en el comer no tendríamos el reflejo de supervivencia. Lamentablemente este reflejo se envició y a diferencia de los animales, que comen por verdadero hambre, el ser humano es el único que come por nervios, depresión, placer, y no por verdadero hambre.
La forma más lógica de tratar esta pandemia es cambiar la mentalidad de la gente para que se vuelvan más pensantes a la hora de organizar sus hábitos.
Cómo lograr buenos hábitos alimentarios
* Incorporar a las comidas diarias semillas de chía, sésamo, girasol y lino.
Según la tolerancia digestiva (si produce distensión abdominal) conviene agregar de a una por vez las semillas, para probar la tolerancia.
* Las semillas se pueden mezclar, todas o algunas de ellas. Según el gusto, comerlas con, frutas cortadas, ensalada de frutas, tostadas con queso untable, yogurt, sopas crema o ensaladas de verdura.
* La dosis de semillas diaria será según el gusto, la tolerancia digestiva o el peso del paciente. Se recomienda entre cuatro a ocho cucharadas soperas de la mezcla a lo largo del día.
* En la práctica para lograr un vaciamiento lento del estómago se deben comer las harinas junto con las fibras, como por ejemplo: pastas y arroz siempre mezclados con todo tipo de verduras. Pan y galletitas hechos de harinas integrales y mejor aún con gran cantidad de semillas. Postres o dulces hechos a base de frutas e ingeridos luego de la ingesta de fibras antes mencionadas.
Seminario: la obesidad desde una visión orthomolecular
La doctora María Alejandra Rodríguez Zía es médica endocrinóloga y dictará un seminario de Obesidad desde la Visión Orthomolecular destinado a profesionales de la salud. Será en la Universidad Católica Argentina (UCA), el próximo 30 de septiembre.
Estrés como origen del síndrome metabólico, obesidad como enfermedad inflamatoria, neurotransmisores, insulinoresistencia, fisiopatología y dieta antiinflamatoria serán algunos de los temas que se desarrollarán, además de la presentación de casos clínicos.
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