viernes, 30 de octubre de 2009

El té se convierte en medicina natural

El té más allá de su sabor, el consumo de esta milenaria planta empezó a extenderse gracias a sus efectos positivos para el organismo.

Los primeros en descubrirlos fueron los chinos (es en China donde comienza a tomarse té hacia el año 3.000 a.C), quienes pronto percibieron en él beneficios como disminución de la fatiga y una cierta capacidad para ayudar a mantener la mente despierta. También el mundo musulmán comenzó pronto a infusionarlo y usarlo, paradójicamente, como bebida refrescante (la infusión calienta el organismo y causa una rápida evaporación de la humedad de la piel, fenómeno que contribuye a eliminar la sensación de calor).

Muchísimos años después llegaron los estudios científicos para avalar estas propiedades y descubrirnos otras nuevas. Así, de forma genérica y siempre teniendo en cuenta que el consumo del té debe producirse de forma moderada, podemos destacar los siguientes beneficios:
Es astringente.
Ayuda a prevenir la arteriosclerosis.
Ayuda a evitar las infecciones.
Es muy rico en antioxidantes (que previenen el antienvejecimiento).
Puede ayudar a recudir el colesterol.
Facilita la eliminación de grasas (en especial el té rojo conocido, como ‘quemagrasas’).
Es diurético.
Ayuda a prevenir algunos tipos de cáncer y disminuye el riesgo de enfermedades coronarias.


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