Mientras que en las mujeres las células se multiplican, en los hombres, “los tratamientos clínicos para mejorar el semen todavía son una verdadera incógnita”, dijo Santiago Brugo Olmedo, andrólogo, especialista en reproducción y director médico de Seremas.
Es que todavía no se encontró un camino eficaz que permita optimizar la calidad espermática sin pasar por el laboratorio, lo que – en gran medida- se debe a la creación en 1992 del ICSI (inyección de un espermatozoide dentro de un óvulo), técnica que revolucionó la medicina reproductiva y permitió ser padres a los varones con dificultades para concebir.
“Todos coincidimos en que el ICSI hizo avanzar enormemente a la medicina reproductiva; aunque es necesario decir que también provocó un retroceso importante en la investigación en lo que se refiere a tratamientos clínicos para el hombre; porque desde su creación importó cada vez menos desarrollar tratamientos para mejorar al semen, tarea que se presenta como un gran desafío, con final todavía incierto”, explicó el especialista.
Sólo en algunas alteraciones es posible revertir el cuadro de infertilidad masculina sin recurrir a las técnicas de reproducción asistida. Tal es el caso de los hombres que presentan varicocele, una dilatación de las venas del cordón espermático diagnosticada en el 40% de los varones que consultan por infertilidad.
Esta dilatación, que se supera mediante cirugía, genera fallas en la cantidad, movilidad o morfología de los espermatozoides, lo que disminuye -y en algunos casos impide- la función reproductiva.
Otro de las alteraciones es la denominada “hipogonadismo hipogonadotrófico”, definida por la ausencia de las hormonas FSH y LH, responsables del desarrollo de los caracteres secundarios masculinos (como la barba y el vello corporal, por ejemplo) y la producción de espermatozoides.
La frecuencia de esta enfermedad es baja –uno en 7.500 varones nacidos vivos- y su recuperación, mediante la reposición de las hormonas faltantes, es total. “Es uno de los casos más gratificantes que podemos tratar porque es increíble ver cómo en apenas tres meses el paciente cambia su tono de voz, recupera el apetito sexual, comienza a producir espermatozoides y finalmente supera su problema de infertilidad”, comentó Brugo Olmedo.
Entre otras causas de infertilidad masculina figuran las infecciones que, cuando son asintomáticas, “alteran la calidad del semen sin que el paciente se entere, ya que no registra fiebre ni dolor alguno. Esto se trata con medicamentos y en gran cantidad de casos se revierte”, indicó.
Sin embargo, fuera del consultorio, los procedimientos de laboratorio aplicados a la conservación y selección de espermatozoides aumentan las chances de éxito de los tratamientos de reproducción asistida.
Tal es el caso de la criopreservación, “ya que esta herramienta abre las puertas a que pacientes tan disímiles como la pareja de una receptora de óvulos donados, un varón sin espermatozoides en su eyaculado o uno que requiere un tratamiento oncológico y conserva sus gametas para preservar la fertilidad”, indicó la bióloga Sabrina De Vincentiis, directora del Laboratorio de Embriología de Seremas.
“La intención de cualquier protocolo de congelación es tratar de remover la mayor cantidad de agua del interior de las células de manera tal de formar una mínima cantidad de hielo en el interior y evitar de esta manera los daños relacionados a este hielo intracelular. En el caso de los espermatozoides además de sobrevivir de manera eficiente, una vez descongelados deberían poder fertilizar tanto in vivo como in Vitro”, puntualizó De Vincentiis.
Lo cierto es que si bien el avance registrado en los diferentes procedimientos de reproducción asistida propició que una gran cantidad de hombres infértiles pudieran tener hijos, todavía queda mucho por recorrer, especialmente en el tratamiento clínico de la célula reproductiva masculina.
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