Un estudio presentado en el último congreso de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición mostró la eficacia de este enfoque que apela principalmente al cambio de hábito alimentario. Las cincuenta mujeres participantes fueron divididas en dos grupos: las del primero siguieron un régimen convencional supervisado por su médico de cabecera; las del segundo asistieron, además, a un ciclo de educación alimentaria impartido por una nutricionista y un endocrino del Hospital Universitario La Princesa.
El objetivo del curso fue logrado, asegura Raffaele Carraro, responsable de la unidad de obesidad del hospital, "al cabo de seis meses, quienes acudieron a las clases perdieron en torno a cuatro kilos más que las pacientes que sólo fueron tratadas en atención primaria", aseguró. Esto se tradujo, asimismo, en una mayor reducción de los riesgos asociados a un peso excesivo, como la hipertensión o la diabetes tipo 2.
Los conocimientos que adquieren los 'alumnos' son eminentemente prácticos: en qué alimentos se encuentra cada nutriente, cómo hacer la compra, cómo leer una etiqueta, higiene alimentaria, técnicas de cocinado, trucos para comer fuera de casa, etc. "También se les dan recetas para que puedan hacer helados, granizados o una tarta", comentó la nutricionista Martínez-Piñeiro y agregó que "No tienen por qué renunciar a ningún tipo de comida, siempre y cuando sepan las cantidades adecuadas de cada ingrediente y la frecuencia de consumo", aseguró la experta.
La especialista en nutrición apeló a la necesidad de huir de la monotonía y el aburrimiento que habitualmente producen las comidas ligeras. No hay por qué 'sufrir' más de la cuenta: "Comer bien también es innovar. Seamos creativos", sugirió.
Con ese afán propone, entre otras cosas, probar alimentos a los que no estamos acostumbrados, pero que son nutritivos y poco calóricos, como las algas y también aconseja cocinar platos de verduras y hortalizas que contengan mucho colorido, ya que son muy completos, porque "cada color es una vitamina distinta", aseveró la profesional.
Como broche de oro, un psiquiatra pronuncia una conferencia en la que enseña a motivarse para adelgazar. Uno de los factores que más estimula a quienes acuden a las clases es que no son meros oyentes: pueden plantear sus dudas e interaccionar con el resto de los asistentes y así lograr los resultados esperados.
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