una investigación demostró que un programa de actividad suave y controlado puede beneficiar a la madre y a su recién nacido
Lo comprobó un equipo dirigido por Rubén Barakat, especialista en Ciencias del Deporte de la Universidad Politénica de Madrid, gracias a la participación de 162 mujeres españolas embarazadas de 25 a 35 años. Todas ellas, con un embarazo sin complicaciones, fueron 'reclutadas' en el servicio de Ginecología del Hospital Severo Ochoa de la Leganés (Madrid), donde disponían de una sala para realizar los ejercicios.
Los resultados, que fueron publicados en la revista International Journal of Obesity, revelaron que no sólo que el ejercicio no perjudicó a la salud del feto, ni aumentó la tasa de partos prematuros, sino que en el caso de mujeres con mayor peso, la actividad física atenuaba posibles problemas futuros en el bebé. "Vimos que estas mujeres viven un embarazo más sano, sin poner en peligro la salud del feto", explica Barakat desde su despacho en la universidad.
El diario El Mundo publicó que un 10% de las participantes sedentarias dio a luz a bebés de más de cuatro kilos de peso, mientras que esto sólo pasó en el 1,4% de las mujeres que se habían ejercitado tres veces a la semana, con una combinación de ejercicios aeróbicos suaves y algunas tareas de fuerza con bandas elásticas.
"Los niños que tienen bajo peso al nacer pueden tener futuras complicaciones de salud; pero esto es así también en el caso de los que nacen con más de cuatro kilos, fundamentalmente en forma de obesidad, diabetes y problemas cardiovasculares", explicó otro de los investigadores, Jonatan Ruiz, actualmente en el Instituto Karolinska de Suecia.
Todo apunta a que mantenerse en forma durante los nueve meses podría ejercer un efecto positivo para equilibrar estos factores.
De hecho, mientras en el grupo sedentario las madres con más kilos dieron a luz a bebés de más tamaño, esto no ocurrió entre las que habían hecho deporte hasta el parto; lo que sugiere que la actividad física puede compensar los efectos perjudiciales de un cierto sobrepeso materno.
Desconocimiento entre los ginecólogos
"La posibilidad de disfrutar de un servicio gratuito, que en un gimnasio les costaría alrededor de 100 euros; supervisadas por un especialista, y con un médico encima para poder consultar sus dudas..." son algunos de los incentivos que apunta Ruiz para explicar el éxito de esta iniciativa. De hecho, en la actualidad ya son unas 300 las gestantes que participan en el programa en dos centros de salud y el Hospital de Fuenlabrada, todos ellos en Madrid.
Barakat reconoce que muchos ginecólogos se muestran desconcertados si una mujer embarazada les pregunta por la posibilidad de seguir practicando deporte hasta el tercer trimestre, "porque no saben qué decirles, por una cuestión cultural, moral y de desconocimiento la tendencia mayoritaria fue la de primar el sedentarismo".
Lo sabe bien su propia esposa, Goyi Alonso, para más ginecóloga, deportista y una de las 160 mujeres participantes en el estudio. Ella misma, en su primer embarazo, se dedicó a buscar en la literatura científica americana para ver cómo reducir progresivamente su hábito de correr 10 kilómetros diarios, cuatro veces a la semana.
"Los especialistas somos un poco retrógrados en esto", explica ahora con la bata puesta, "es como un tema tabú y los ginecólogos no se atreven o no saben qué recomendar a las pacientes".
Al parecer, lo normal es que las mujeres que sí hacían deporte antes de quedarse embarazadas pidan orientación sobre cómo mantener su hábito. "Y lo habitual es que no lo dejen, sino que cambien su actividad por otra más beneficiosa".
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miércoles, 2 de diciembre de 2009
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