Se trata de aquellas personas que se niegan a abandonar la adolescencia. En algunos países los llaman “solteros parásitos”. Una especialista explicó a qué se debe esta actitud y qué se esconde en su accionar
Se niegan a ser adultos, son individualistas, rechazan casarse y gastan su dinero en forma superficial. Su edad oscila entre 25 y 35 años. Muchos son profesionales exitosos, consumistas narcisistas pendientes de la moda, tienen independencia económica, viajan, se divierten y buscan extender su aspecto juvenil.
Configuran un nuevo fenómeno psicosocial que se llama kidults (niños adultos). También se lo conoce como “Síndrome de Peter Pan”, como “adultescentes”, mezcla de adultos y adolescentes, “nidicolas” en Alemania y “solteros parásitos” en Taiwán.
Este fenómeno tiene una repercusión mundial, en especial en los países europeos donde el índice de natalidad disminuyó.
Es una tendencia mundial y es parte de uno de los fenómenos de globalización. Además, conforman un sector de consumo importante. Estudios de mercados realizados en los EEUU dan como resultado que los televidentes de entre 18 y 39 años ven la señal Cartoon Network y son la clientela cautiva de las consolas de videojuego.
Los “adultescentes”, según estudios sociológicos europeos, pertenecen sobre todo a niveles socioeconómicos altos y sus padres los pueden alojar cómodamente, a lo que se suma que la formación profesional lleva más tiempo que antes, con la desventaja que por la mala situación económica no basta con tener una profesión. Por eso hoy día se exigen masters y doctorados para acceder a una buena bonificación.
Parecería que son varios los factores sociales que conllevan a este ”nuevo estadio humano”: la crisis económica, la falta de inserción laboral, un ambiente facilitador y sobreprotector, la extensión de la educación y la disolución de los límites generacionales, que muestran a la niñez cada vez más corta y a la adolescencia, más larga.
Algunos niños se visten, hablan y actúan como si tuvieran 14 años, y los que han pasado los 28, también. El auge de las industrias de la estética modeló un adulto que cada vez más se parece a un adolescente. Como dice una corriente psicológica: no sólo llevan el niño adentro sino también afuera Por ejemplo, el fenómeno del paint-ball (el juego de la guerra) está específicamente dirigido a adultos.
Estas personas quedan atrapadas en una trama familiar compleja y complicada, con una dependencia emocional que atañe al vínculo y que es difícil de resolver. A veces va acompañada, por el lado de los padres, del “Síndrome del Nido Vacío” (padres que se angustian con la separación de los hijos).
El “beneficio” es mutuo: los hijos encuentran amparo y los padres siguen teniendo a quién cuidar. De esa manera, los progenitores esconden sus miedos y dilatan la posibilidad de estar a solas con su pareja.
Ocurre además que, dada la inseguridad económica, estos chicos se transforman en el sostén de sus padres.
Vemos en la clínica que estas personas que se resisten a crecer, estos eternos adolescentes, esconden un entramado inconsciente e intrincado, sufren de profundas angustias, temores arcaicos y culpa relacionados con el desprendimiento de sus padres, vivir solos y la posibilidad de formar su familia.
sábado, 13 de agosto de 2011
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