lunes, 5 de abril de 2010

Cómo cambia mi cuerpo con el embarazo

Durante las etapas de la gestación, el cuerpo de la mujer cambia para adaptarse al bebé que gesta en su interior. Además del aumento de peso y del cambio hormonal característico, algunos órganos se desplazan o cambian de posición



Los pulmones, el corazón, el aparato digestivo, los huesos y hasta el sistema urinario se modifican para darle lugar al bebé y estar listos en el momento del parto.

El doctor Bernardo Raúl Löwenstein (MN 26.041), obstetra, jefe de Obstetricia de la Clínica y Maternidad Suizo Argentina detalló uno por uno, cómo los diferentes sistemas del cuerpo cambian durante nueve meses.

Los pulmones y el corazón de la mamá
Debido a que el diafragma se eleva unos cuatro centímetros y el tórax se ensancha dos en su diámetro transversal, los volúmenes de aire que movilizan a los pulmones se modifican y pueden provocar a la embaraza una sensación de fatiga y necesidad de respirar más seguido. Esto es algo totalmente normal y que es ocasionado también por la acción hormonal, que no debe generar ninguna preocupación.

A medida que el embarazo avanza, el diafragma se eleva y el corazón rota hacia arriba y su punta se dirige a la izquierda ya que se apoya sobre este músculo. Sumado al aumento de la frecuencia de los latidos cardíacos (10 a 15 por minuto) se pueden experimentar algunas palpitaciones (sensación de golpes leves de adentro hacia fuera de la pared torácica) que no tienen mayor importancia. Además, el corazón puede aumentar levemente de tamaño y la base donde se implantan las válvulas puede distenderse al igual que las arterias y venas del resto del cuerpo. Esta modificación en las válvulas puede producir algunos soplos (ruido que se percibe en la auscultación) que también son normales durante este momento en la vida de la mujer.

Los cambios en el aparato digestivo
Hacia el final del segundo trimestre del embarazo y especialmente durante el tercero, el estómago rota hacia arriba y hacia su lado izquierdo, y como consecuencia se modifica su relación anatómica con el esófago (sección del tubo digestivo que va de la faringe al estómago), lo que puede producir regurgitación de los ácidos gástricos.

Además, tanto el intestino delgado como el grueso se mueven hacia arriba y los costados a medida que el útero aumenta de tamaño y ocupa más lugar por el crecimiento del bebé. Sobre la etapa final del embarazo, el apéndice se eleva llegando a estar en algunos casos casi a la altura del borde de las costillas.

Los huesos también se preparan
Mientras el cuerpo de la mujer intenta mantenerse en equilibrio a medida que se desplaza su centro de gravedad, las curvaturas antero posteriores de la columna vertebral cambian acentuándose sobre todo en la zona lumbar por rotación anterior de la pelvis. Los cambios en la zona de la pelvis ocurren sobre todo en las articulaciones, más específicamente en los ligamentos: la progesterona los reblandece para que las uniones entre los huesos se desplacen mejor y la mujer tenga una mayor elasticidad a la hora del parto, facilitándole la tarea de dar a luz.

Pero como este fenómeno ocurre en todo el cuerpo de la mamá, en mayor o menor medida se debilitan todas sus articulaciones. Es por esto que por lo general las embarazadas suelen torcerse los tobillos y se le caen fácilmente las cosas de las manos.

También se da una cierta descalcificación en el organismo de la mujer por el mayor requerimiento de calcio del bebé, pero esto es algo transitorio que se recupera pocos meses después del nacimiento.

Por su parte, las costillas se elevan y desplazan hacia afuera, lo que hace que traccionen de los cartílagos donde se insertan en el esternón, produciendo a veces dolores intensos. Estas molestias pueden aliviarse con analgésicos dependiendo de la intensidad, duración del dolor y de la edad gestacional, y antes de tomarlos es preciso consultarlo con un obstetra.

¿Qué ocurre con el sistema urinario?
El funcionamiento del sistema urinario también se ve afectado a medida que el bebé crece, porque los riñones aumentan levemente su tamaño y pueden estar ligeramente desplazados hacia arriba y atrás. Pero el cambio más evidente se da en los uréteres, los conductos huecos que van desde cada uno de los riñones hacia la vejiga y trasportan la orina, ya que aumentan de diámetro notoriamente y lo recuperan luego del parto.

Especialmente en la última etapa del embarazo, cuando la cabeza del bebé se apoya en la pelvis, la vejiga se comprime y cambia la forma del fondo.

Una vez que el bebé ha nacido todos los órganos y huesos de la mujer se reacomodan normalmente, ya que estos cambios tuvieron lugar para favorecer el crecimiento del bebé dentro de su mamá y que ambos estén preparados para el momento del parto.






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