domingo, 25 de abril de 2010

Hipotiroidismo y el hipertiroidismo

Todos o casi todos conocemos a alguien que, en un momento determinado, sin comer apenas nada ha engordado considerablemente o, por el contrario, comiendo mucho ha perdido peso. Se suele decir que padecen un trastorno del tiroides, hipo o hipertiroidismo. Pero, sabes en qué consisten realmente y cuáles son sus diferencias.

Un poco de anatomía
El primer paso es saber de qué hablamos. La glándula tiroides es una estructura orgánica situada en la parte anterior del cuello, justo delante de los cartílagos de la laringe. Tiene forma de alas de mariposa, pesa alrededor de 25 gramos y su principal función es la de producir hormonas, fundamentalmente la tiroxina, que interviene de forma muy activa en el metabolismo de los tejidos. La secreción de tiroxina está regulada desde la hipófisis y su acción influye de forma decisiva en la edad infantil en el crecimiento orgánico y el desarrollo intelectual. Además, participa en la regulación de funciones tan trascendentes como el ritmo cardiaco, la ganancia o la pérdida de peso, el mantenimiento de la temperatura corporal y el ritmo del sueño.

Muy importante en las mujeres
En la fisiología femenina, la glándula tiroides tiene un protagonismo llamativo. Su hiperfunción o su función deficiente produce alteraciones y síntomas que afectan al metabolismo normal, hacen aumentar o disminuir el peso, provocan trastornos cardio-circulatorios, y actúa sobre el sistema nervioso central y periférico, dando lugar a situaciones de abatimiento o nerviosismo. En determinadas épocas o situaciones de la vida de la mujer, tales como la pubertad, el embarazo o la menopausia, la función normal de la glándula tiroides puede verse alterada, lo que genera síntomas muy llamativos y da lugar a malestar.

Las claves del hipotiroidismo
Cuando la glándula tiroides funciona de forma deficiente, produce poca tiroxina y da lugar a casos de hipotiroidismo. La hipofunción tiroidea se manifiesta en el adulto por una ralentización de la actividad física y mental. Su instauración suele ser lenta y progresiva, con cansancio, intolerancia al frío, apatía, somnolencia y ganancia de peso. Cuando evoluciona durante largo tiempo da lugar a un cuadro clínico conocido en medicina como ‘mixedena' caracterizado por piel muy seca, pelo ralo y quebradizo, edemas generalizados (ojos, manos y pies), calambres y rigidez muscular. Cuando el hipotiroidismo aparece en el lactante o desde el nacimiento da lugar a graves alteraciones físicas y mentales, cuando aparece en personas mayores puede aparentar rápido envejecimiento o depresión.

¿Y si tengo hipertiroidismo?
Por el contrario, la hiperfunción de la glándula tiroides da lugar al hipertiroidismo. El exceso de tiroxina circulante produce nerviosismo, aumento de la actividad física, insomnio, palpitaciones, taquicardia, sofocos, aumento de la sudoración, debilidad muscular, temblor fino, mareos e inestabilidad emocional. Esto suele acompañarse de diarrea, pérdida de peso, aumento del tamaño de la glándula tiroides y ojos saltones con mirada sorprendida. Muchas personas sanas, con un tiroides normal, tienen tendencia metabólica a que su glándula funcione en exceso o que lo haga con defecto.

¿Hay tratamiento?
El tratamiento del hipotiroidismo se basa en la administración de tiroxina, hormona producida por la glándula tiroides. Esta terapia se llama ‘sustitutiva' y, en la mayoría de los casos, debe ser administrada durante toda la vida. La dosis ideal se obtiene por tanteo y observación periódica. Una vez establecida, el paciente no tiene ningún signo de enfermedad y puede realizar una vida completamente normal. Para el tratamiento del hipertiroidismo existen dos pautas diferentes. En ambos casos, tienden a limitar la cantidad de hormona tiroidea que la glándula puede producir. La primera consiste en el uso de medicación antitiroidea, que ejerce un bloqueo químico en la síntesis hormonal. La segunda posibilidad es la extracción quirúrgica de tejido tiroideo, limitando así la producción de hormona.


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