En ocho sesiones de no más de 20 minutos, el I-lipo estimula las funciones naturales del cuerpo y disminuye adiposidades localizadas, que son drenadas al torrente circulatorio, donde serán usadas como fuente de energía en una sesión de actividad física, que se debe realizar inmediatamente después
Complementado con dieta y ejercicio, este sistema elimina grasas locales por estimulación de funciones naturales de las células mediante un haz de luz láser visible.
En la evolución de la medicina estética, lo que hasta hace poco era considerado "poco invasivo" es superado por los tratamientos "cero invasivos". La búsqueda permanente por mejores resultados parece haber dado una "vuelta de tuerca" con la aparición de los procedimientos que estimulan las funciones naturales del cuerpo.
Con este concepto, una nueva y eficaz técnica para la reducción de grasa corporal llegó a la Argentina.
Este nuevo procedimiento "cero invasivo", posibilita entre otras cosas, disminuir adiposidades localizadas de manera que puede medirse con el centímetro después de cada sesión. Funciona a través de mecanismos totalmente naturales, sin secuelas, sin destrucción ni pérdida de tejidos y –por este motivo- sin efectos adversos de acuerdo a reportes de dos años de experiencia clínica en países como Canadá, Gran Bretaña, Alemania, Francia o España.
La buena noticia se denomina I-lipo y ya se usa en la Argentina. Se basa en un dispositivo de tecnología láser de diodo de baja potencia de 650 nanómetros. Este equipo emite un haz de luz roja visible de baja potencia que actúa selectivamente, a un centímetro y medio por debajo de la superficie de la piel, donde se encuentran las células del organismo encargadas de almacenar grasas, llamadas adipocitos.
El láser se aplica en sesiones de no más de 20 minutos en total -incluyendo la preparación y el ajuste- a través de cuatro pads que se sujetan al cuerpo en la zona que se desea tratar (el abdomen, los muslos o los brazos) mientras la persona está cómodamente acostada sin sentir la menor molestia. Este tratamiento localizado incluye ocho sesiones en total (dos veces por semana durante un mes) y permite tratar posteriormente otra zona después de 15 días de descanso.
Apenas una sesión de gimnasia después de cada aplicación -y desde luego adquirir este hábito, junto con el de una buena dieta- complementa este tratamiento, para el que el término "período de recuperación" pasó a ser sencillamente cosa del pasado.
Totalmente natural
"Muchos otros láseres actúan por efecto calórico, como los usados para quitar telangiectáceas (arañitas) o para depilación -explicó el doctor Ricardo Hoogstra, especialista en cirugía plástica y reparadora, docente en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y director de la Clínica de Estética Facial y Corporal-. Este es nuevo y diferente, porque actúa por fotobiomodulación".
¿En qué consiste? A diferencia de otras técnicas de reducción localizada –tanto invasivas como la lipoaspiración, o menos invasivas como la ultra-cavitación–, I-lipo no elimina las células adiposas, ni las destruye, sino que activa la función natural de los orgánulos con que las propias células proveen al cuerpo de energía cuando éste la necesita. "La tendencia es dar buenos resultados siguiendo los mecanismos fisiológicos naturales del organismo, mediante estímulos externos como el laser. Al recibir la estimulación lumínica localizada, las mitocondrias del adipocito liberan una enzima llamada lipasa, y esta transforma los triglicéridos que contiene la célula, que son grasas pesadas, en ácidos grasos y glicerol", explicó Hoogstra, quien es además jefe de Cirugía Plástica del Hospital José M. Penna de la Ciudad de Buenos Aires y miembro de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica (SACPER), de la Sociedad de Cirugía Plástica de Buenos Aires y de la American Society of Plastic Surgeons.
Menos riesgos, más resultados
Luego de esta licuefacción, los lípidos de la célula salen de ella y son drenados al torrente circulatorio, donde serán usados como fuente de energía en la próxima sesión de actividad física. "Lo novedoso es que este procedimiento actúa sólo a nivel fisiológico, por lo que podemos lograr resultados sin producir daño, cuando otros métodos que se consideraban hasta ahora no invasivos en realidad destruyen tejidos y liberan grasas sin transformar", remarcó el profesional. Esto último podría poner en compromiso órganos vitales como los riñones o al hígado.
Otra de las desventajas de métodos anteriores al I-lipo sería que extraer adipocitos hace que cuando ingresen nuevamente grasas al organismo, no encuentren células donde alojarse y terminen rellenando el espacio intrabdominal, generando insulinorresistencia, una fuerte predisposición a la diabetes y otras complicaciones metabólicas que con I-lipo no aparecen.
Estudios histopatológicos realizados en Gran Bretaña y España mediante escaneo por microscopía muestran una significativa reducción de los adipocitos tras el tratamiento con este tipo de láseres. De 20 pacientes tratados en la región abdominal para el estudio inglés en 2008, nueve alcanzaron una reducción total de entre 4 y 6 centímetros en una sola sesión; uno alcanzó a reducir más de 12 centímetros, y el resto, entre 2,5 y 9 centímetros.
No sólo no se produce flaccidez en la zona tratada al desaparecer la adiposidad, sino que, al contrario, las células de la piel poseen una capacidad retráctil que hace que al disminuir la adiposidad subyacente, e incluso mejore la tonicidad de la zona tratada.
La importancia del ejercicio
Técnicamente, el nuevo dispositivo funciona como una herramienta capaz de seleccionar el área de donde el organismo extraerá energía la próxima vez que se desarrolle una actividad física de moderada a intensa. "Esto es muy útil, ya que hay pacientes que necesitan adelgazar alguna áreas más que otras –señala el especialista–. Para adelgazar los muslos o el abdomen era preciso que adelgazara también la cara o las manos. Ahora esta tecnología permite enviar sólo a determinadas células la información necesaria para liberar ácidos grasos".
No es, desde luego, una solución mágica: complementa, potencia y, de algún modo, dirige la acción de aquello que determina el equilibrio y el consumo de las grasas en el organismo: la dieta y la actividad física. "De hecho, el tratamiento incluye un programa de dieta previo, alto en proteínas y bajo en hidratos de carbono, para que el cuerpo consuma inmediatamente los ácidos grasos liberados por la estimulación con láser –explicó la licenciada Ana Clara Garavano, nutricionista de la Clínica de Estética Facial y Corporal–. Y por eso después de cada sesión el paciente ingresa al gimnasio, donde realizará unos 50 minutos de actividad física supervisada y específica".
"Es que el tratamiento es tan poco invasivo que al salir de la sesión el paciente podría ir a trabajar, seguir su vida normal y olvidarse del ejercicio necesario para quemar las grasas y que el tratamiento le dé el resultado que espera –remarca Hoogstra–. Es una forma de ayudarlo a comprometerse con el tratamiento y responsabilizarnos de que éste logre su mayor eficacia posible".
Por esta razón, el resultado de un electrocardiograma y un chequeo de aptitud física previos terminarían siendo prácticamente las únicas limitaciones para la aplicación de esta técnica no invasiva.
Presente y futuro
El resultado, señala la nutricionista, "siempre va a depender de cada paciente, de cuánto necesite reducir y del compromiso que ponga en el tratamiento". Hoy existen en el mundo más de 200 clínicas de tratamiento con I-lipo, donde se replica y aún mejora los resultados obtenidos en los estudios guía. En cada sesión, el láser libera unas 250 calorías, que son las que se consumen a lo largo de unos 40 minutos de ejercicio. Si se liberaran más, la sesión de gimnasia no alcanzaría para eliminar los ácidos grasos producidos.
El láser de baja potencia también produce un efecto estimulante sobre las mitocondrias de los ganglios linfáticos, lo cual a la vez favorece el drenaje de los ácidos grasos y su disponibilidad en el aparato circulatorio. Y con ello, ayuda a mejorar los resultados.
"No vi ningún otro tratamiento capaz de obtener esta reducción localizada en un mes; esto potencia enormemente el efecto de las dietas y de los efectos combinados entre dieta y ejercicio", remarca la licenciada Garavano.
Hasta ahora se han tratado pacientes hombres y mujeres, de entre 18 y 80 años de edad. "Desde hace unos quince años, la tendencia mundial se da hacia lo tecnológico con más resultados, menos costo físico y mejor recuperación; y así hemos llegado a un sistema que da resultados y que no produce daños –sintetiza el doctor Hoogstra–, con lo cual estoy seguro de que por aquí pasa el futuro de los tratamientos no invasivos". Las imágenes de los pacientes antes y después del tratamiento parecen confirmar este pronóstico.
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martes, 20 de abril de 2010
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